lunes, 18 de enero de 2010

NOTAS DE BLUES EN TONOS OSCUROS

Los carros pasan por la ventana, su sonido armoniza con la penumbra, la luz ámbar de los fanales con la noche. Desde que cruzaste la puerta tu figura se estranguló en un perfume del pasado. Solo quedan dos tazas de café servidas y un cenicero lleno de preguntas. Las luces que entran por la ventana alumbran el permanecer aquí, antes que se cierre la puerta con la brisa que dejo tu última salida. Te hice una promesa de humo y calor mordisqueada desde tu púrpura. Por sino te acuerdas estaba tecleando tu canción. Dijiste que mis dedos hacían maravillas. Te contesté un blues en tonos menores, a media luz, las mesas vacías, vacío los vasos, vacía nuestra botella. Tus palabras estaban en dieciséis compases. Cerré los ojos para oírte cantar aquella petición borracha. Dije dar mis manos por tí y no me dejaste meterlas al fuego – Hay mejores hogueras- susurraste acariciándolas en el silencio – toca otra vez; ese instrumento vibra dentro de mí-
Te hice una promesa pero no puedo quedarme a olvidarte. En la blancura de luna apareces incandescente como tus labios y más pálida que tu muerte. Con esta botella y el calor he podido dormir los días. Por esta sonrisa en tu fotografía puedo levantar la mano pero hoy es demasiado tarde; aun siento tus uñas clavadas en mi espalda.
Afuera hay tanta música en los rincones que al llegar a cualquier esquina debo voltear por un punto de referencia. Salgo de letrero en letrero, de esquina en esquina. Entre rostros, aparadores, líneas amarillas, verde, rojo, conversaciones que no se de donde salen. No es que sea diferente a otros lugares pero no soy el mismo sobre las banquetas. Aquí nunca se tiene nombre, siempre se es “hey tu” “ese” “préstame la lumbre” lumbre la del infierno al que voy “gracias”. Hace música y una banda de locos se rola la posesión de escapes en el sonido. Un camión transporta sueños hasta los oídos. Hay olores y sabores a barrio, a noche.
Te hice una promesa, no lo he olvidado, ni cuantas veces vi tu figura en aquellos espejos, ni la lluvia de lentejuelas y diamantina, ni el satín, o la seda, o tu piel sobre la cama; ni el sabor a tu vile. Cuéntame de tus noches, de tus copas tiradas, de tus zapatillas, de tus piernas y medias que no sepa a este sabor de calle. ¿Por qué cantaste tanto si nadie te escuchaba? ¿Por qué cobrabas más cara una noche que una canción?
Yo qué te puedo contar si mi vista es un par de ojos reflejando los sentimientos del piano al que diste vida, como un dios que construye con barro y después todo se parece a él. Te tocaba en cada tecla y el perfume del blues es idéntico al de tu piel. En el trajín del día recordaba esas ojeras azules de tu maquillaje, el intenso sol de tus labios, el perfume que brotaba de tu escote. Grandioso. Esperaba al compás del humo de tu cigarro y ver tus ojos color brandy. Esperaba la noche y poder ver tus piernas confundir los bemoles con tus tacones o el bolero con jazz. Ansiaba tomar tu cintura, besarte el cuello. No sabía decirte que esperaba la hora de tocar los acordes que dejaban sin mentiras tu cuerpo y seguir amándonos bajo la luminosidad de tu reflejo. Desde la penumbra el del traje negro perturbaba mi ira.
- Ja ja. Bravo. Toca, toca ese instrumento para gozar con el calor de esa mujer. Disfruta tu también de esa voz y esa figura- Los espejos multiplicaban sus aplausos.
- Si me faltas me muero-
- Se que eres capaz de cualquier cosa.
-Hoy no me mojará tu satín.
Quise acercarme, tomarte del brazo, sacudirte y esparcir por el suelo ese aire de inconciencia que te eleva como a una virgen, pero tus senos afilados rompen cualquier tiniebla. Ibas con luz propia entre los callejones. Oía el roce de tus piernas. Casi sentía el viento entre tus cabellos y casi te toco, pero tu seguías incólume en tu viaje. Estire la mano par acariciar tu mejilla. Abriste la puerta. Vi tu silueta entrar y perderse la claridad. Oí tu voz cantando al mismo tono que otras noches pero sin mis manos. Imagine: él te esperaba desnudo, viendo pasar las luces por la ventana; caminas despacio, tu rostro se ilumina, abrazas su espalda, acaricias su pecho, tus labios están húmedos y das un beso exacto debajo de la nuca. Él busca la llama de tu boca y deja caer tu vestido. Disfruto con tu placer. Aún me gustan tus suspiros pero no se que hago aquí frente a tu orgasmo, amándote como se ama a una virgen, a una diosa, a una mujer salpicada por deseo. Vi tus manos correr como espuma su tacto; tu aliento casi fuego, casi cenizas, casi polvo esparcido en tus entrañas; la sal de tus olas. Yo hacia un rock del río que se formaba en las sabanas. Más rápido, mas dentro del mar, ahogándome, mas ácido, mas rock en mis manos. Tus suspiros: una orquesta tocando el final lleno de ti, hasta el fondo. Estertores, orgasmos, convulsiones. Mis manos solo se detuvieron al imprimir el último acorde en un compás largo. Un ruido lubricado cerceno las notas salpicándome de sangre. Recordé tu voz cantando ese blues lento y melancólico.
El suelo de esta ciudad es el mismo de siempre; el sonido de las ruedas sobre el asfalto, la puerta, el humo. Será por lo irritado de los objetos o que el otoño agrede al amor; o por los rostros, aparadores, líneas amarillas, el rojo, el verde; pero cuando abro el closet puedo oler el perfume que llevabas y tu silueta llena de brillo se desnuda en lo oscuro. Cierro los ojos para que al abrirlos despierte de este sueño y estés ahí en el mismo lugar, viendo las luces color ámbar.

miércoles, 6 de enero de 2010



Henos aquí

Henos aquí

de frente mirando las arrugas

como cintas de películas antiguas

como un tren que pasa y no se para

pero deja escenas de pasado en la paquetería

Henos aquí

caminando hacia atrás para encontrarnos

o buscando en la espalda nuestro tiempo

vislumbrando un acertijo en el futuro

una mentira, una ilusión en los recuerdos

Henos aquí como al espejo

Levanto la mano y tú la alzas

Cierro los ojos y te apagas

Apunto hacia ti y me ultrajas

como la última lagrima de sueños

el último tatuaje del destino

como un atardecer ensangrentado

una madrugada desnudo

un grito de tu llanto

el último.