sábado, 1 de febrero de 2014

De sueños rotos

De sueños rotos 

                                                                                                                   Quizá sea un soñador pero no soy el único 
                                                                                                                    John Lennon


 Eric Pantoja 

       ¿Cuántas voces han repetido la misma canción y pareciera que no escuchamos nada? ¿Cuántas veces hemos repetido la misma oración, cuantas veces? Y pareciera que no hay repuestas, ¿Sera un mito la falta de conciencia? ¿Acaso el más ignorante no siente en el cuerpo el dolor, el hambre? ¿Acaso el más tonto no se da cuenta de su explotación? I Have a Dream, I Have a Dream y le rompieron los sueños y nos rompieron lo sueños. Porque intereses de solo unos cuantos nos llevan a muchos a la orilla del precipicio. 

       I Have a Dream, y se rompen los sueños y cada quien tiene un sueño roto y cada uno cree que los sueños, sueños son. 
       Pero piensa antes, que tus sueños son mis sueños, que tu fuerza es mi fuerza y que millones de personas que tiene el mismo sueño no pueden estar equivocados. 



miércoles, 27 de febrero de 2013

Si en tu corazón no caben más espinas












Eric Pantoja
Si en tu corazón no caben más espinas
Seca las últimas lagrimas
Pinta la siguiente estación con tu púrpura
Y recójete el pelo por la mañana
Si a la hora del amor se junta tu miel roja
Ama como si no hubiera otra
Porque el amor viene y va
Liba Aquí y liba allá.

Basta vernos


Eric Pantoja


Basta vernos  como mirar el mar:
Atónitos del inexpugnable horizonte
Que dentro  se vuelve nada.
Y afuera la mirada indiferente de lo cotidiano




jueves, 29 de noviembre de 2012







Eric Pantoja.

A nadie he dejado siquiera una palabra en la memoria, a nadie esta pesadez de tumbo azul de luz océano, ni a ella una sonrisa por su presencia, ni un reproche por su magia.  Ni a ti las cenizas de mi entierro. Ni tu dejaras perdurar mi huella en tu camino, en el surco que trace con furia en tu vientre, en el fruto mil veces desgranado y tirado para hacerte eterna. Ni una gota más al mar inundara la sed con que me iré de mi tierra.


lunes, 4 de junio de 2012

lunes, 2 de enero de 2012

HISTORIA DE UN SOL EN OCCIDENTE

       Blanca en el cuarto de baño, recoge una pócima de hierbas que su Madre ha hecho para protegerla y  la diluye en el agua caliente de una tina.  Luego, al verter el agua de hierbas, olorosa a tibieza y resbalar desde el cabello como caricia hasta sus senos o haciendo diminutas ondas en su cuerpo, Blanca recuerda la lluvia del primer beso y los charcos de su regreso a casa, las historias de mar que el pescador llevaba a todas partes y la imagen de la cara mojada por cientos de tormentas. Las gotas recorren el mismo camino, por el vientre, por las caderas. Los recuerdos le muestran los labios de la noche -siempre los mismos labios- dibujando la sonrisa que desea probar. Y espera mientras el agua escurre por las piernas, por los pies, por el suelo, por la noche; cayendo gota a gota o haciendo olas concéntricas en el estanque de sus pensamientos.
        Una figura etérea la observa desde las sombras.
      -Espera que tu cuerpo aprenda a sobrevivir la sed que tendrá cuando lleguen los días de sol a tus labios; por lo menos hasta que pueda tocarte. He conocido las historias de los que murieron después de tu piel. Y tu madre se burla de otros tantos rumores que la lluvia trajo. Como el del pintor que se hechizó con tu mirada mientras tocabas tus contornos. Él rompió los lienzos y salió a llorar la impotencia de su ceguera. Tu voz jugaba con las palabras, acariciando la habitación, despreocupada del  tiempo, los colores, los pinceles y las lágrimas de un hombre más en la lista de tu madre. Pero el de la lástima es el pescador, que sin poderte tocar dejó el mar y vino a encontrar otro lugar donde ahogarse-
       -Te amo y lo digo aunque nunca puedas escucharme. Sé que eres sólo una fricción en la piel que te envuelve de magia, por eso tan pequeña, pero tan irresistible que no puedo detener el impulso de alargar la mano y tomar un beso de tu boca-
        Blanca entra en una habitación llena de pinceles y lienzos. Ahí se encuentra un hombre.         Blanca llegó llenando la transparencia con su perfume, contando las aventuras que encontró en la calle, pero sus palabras fueron a dar en unos oídos que sólo querían un gemido, un chasquido o un grito; palabras que pararon cuando él pasó por sus labios un beso y le contó al oído, la historia de un sol en occidente que todos los días ansía meterse al océano para apagar su fuego y no logra más que anegarse de ganas por volver a bañarse en el oleaje de Blanca. Ella cerró los ojos para sentir la lluvia con la historia del mar y el sueño de una red, un bote, una tormenta meciéndola, el viento hinchando su cabello, y las olas cada vez más altas. En la punta de una embarcación, retando el viento, se diluyo con la espera en los labios. Al abrir los ojos todavía alcanzó a sentir la lluvia escurriendo por sus mejillas, inventándole la idea de estar dormida y sola.
         Blanca entra en su dormitorio, es noche, la luz de la luna es lo único que ilumina.      Regresa a su cuarto, a olvidar el pelo de su último amante  como olvida los juegos que cambia por el bordado en aros o el despertar de sus senos. En la habitación, el vacío se ensancha en los cajones, los recipientes, el color de las paredes, la profundidad del techo. El espejo refleja la ventana y la trampa de ver sus ojos en un plano que se toca y se empaña. Ella se pierde en un rayo de luna, tentando la inmensidad de la soledad y el espacio cósmico que solo llena el aire que respira.
         La figura etérea la observa, esta vez más cerca, ella no alcanza a verla, pues esta acostada a punto de dormir.
        - Ya siento el olor de tu piel y el radiante movimiento de tu figura. Percibo el calor de tu lecho y la angustia por tocar tu boca siempre húmeda, el devenir de contradicciones que es tu tiempo. Pronuncio tu nombre en silencio para que sueñes y disfrutes del tacto como yo de tenerte enfrente. Quito las sabanas despacio y divago en la imagen de tus costas. Mis ojos son lengua recorriendo la sal de esa playa donde han escurrido tantas lágrimas sin que tus labios dejen de tener agua. Regreso a donde tu fuego sale como huracán inundándote. Quiero meterme en tus noches, una por una, acariciando las líneas de tu palma y regresar como el oleaje, con un nuevo perfume en el cuerpo. Penetro en tus caricias. Soy luz. Me posees como se toma un vaso con agua. Me aprietas, me rasguñas, me haces sangrar. Se estremece la cama, la puerta, las paredes, la ventana, el espejo, la luna, las sábanas en el piso, tus zapatos, y el viento sale a la ciudad diciendo que me has amado y no he muerto, porque sabe que de un fantasma sólo se tienen recuerdos-
      Blanca piensa que el amor se parece a la muerte, por eso se pone la ropa para meterse al día y sellar su corazón. Escoge la banqueta a la derecha. Camina con la mirada en el suelo. Sabe que la esperan y en que ventana la observan. Sube los escalones y frente al sol toca la puerta. Casi nadie le toma importancia, sino a su vestido de flores que vuela con el viento. Se abre la puerta y entra dejando fuera el perfume de su piel, mezclado con la mañana.

     Termina otro día como los pasados. La madre con la risa rebotando en el vientre le acaricia el pelo y el agua de hierbas escurre hasta el estanque. Los aros para costura caen de las manos y ruedan por el piso. Salen de la casa, brincan por las escaleras y siguen.  Ella los ve alejarse esperando alguna vez terminar de bordar el corazón que se quedó en el mero centro de la tela.